Capítulo 51: Proyecto Hail Mary.

Tengo mil cosas en la cabeza. Aproximadamente cien tareas pendientes y posiblemente, cincuenta que estarán proximas a serlo; sé con certeza, que tengo que empezar en un instante no muy lejano. El desarrollo de mis responsabilidades se imposibilita.

Creo que, once días antes de que se acabe el año, me leí el mejor libro -que he leído- del dos mil veintiuno.

No.

No creo.

Estoy segura.

Hay una probabilidad muy grande de que el peor de nuestros miedos sea la muerte, una de la que no hay escapatoria, que nos mira a los ojos directamente y nos hace saber: quedan segundos de la sensación que actualmente estás sintiendo, quedan momentos que son contados con los dedos de la mano, respiraciones que, al no estar pendientes de ellas, se nos escapan. Lo negro llega. ¿El tunel? Posiblemente aparezca. Poca vida, dentro de tanta.

No hay duda, somos una especie tan inteligente porque el deseo intrínseco de sobrevivir es mayor al deseo de cualquier otra cosa calculable. Por ende, es evidente que no hemos llegado a cuantificarlo. El ser humano se refuta. Mejor luchar con lo que puede producir para evitar lo inevitable: la muerte, cuando esta no depende de nosotros.

¿Qué pasaría si el día de mañana los científicos descubren que el sol se está quedando sin luminosidad? ¿Qué nos quedan aproximadamente treinta años de vida en el planeta? ¿Qué la vida, como la conocemos, no volverá a ser igual? ¿Qué el deseo inalcanzable que tenemos de asegurarnos de un desarrollo próspero de la raza humana, se nos escapa de las manos?

Que existe algo, que nadie logra descifrar qué es: ¿Qué le está quitando la posibilidad a la tierra de sobrevivir. De tener vida. De mantener lo que hemos tratado de sostener en nuestro poder por tantos años?

Pánico. Desesperación. Tristeza. Ausencia de fe, pero al mismo tiempo, cantidad exagerada de ella. Confiar es lo que queda cuando no hay opción alguna… Cuando la vida cambia y nos damos cuenta: confiar en lo poco confiable, en algunos casos es la mayor -y única- alternativa. Confiar en unos cuantos; más inteligentes, más conocedores de lo raramente conocido: salvar a una especie de una muerte anunciada.

Depositar la confianza en una nave espacial, en un equipo de tres astronautas con un único objetivo: viajar, a velocidades humanamente inalcanzables, a entender el problema de cerca, acercarse al sistema solar, localizado a aproximadamente cuatro años a una distancia cercana a la velocidad de la luz, que nos está robando la fuente de vida.

Tres de las cabezas más brillantes, mas preparadas. Poca información disponible; ellos más que nadie la manejan. No obstante, mueren dos en el trayecto. Ryland Grace, como el único sobreviviente. El profesor de ciencias que, en primer lugar, fue llevado en contra de su voluntad, tiene el futuro de la tierra en sus manos.

Esta es la historia de vida de un profesor que, a miles de millones de años luz, prueba lo improbable. Cambia lo incambiable. Vive lo poco imaginado, poco soñado, poco pensado. El instinto de supervivencia se junta con las ganas tan fascinantes que puede llegar a ser el deseo de vivir. La mente es brillante, más aún en condiciones extremas.

Esta es esa historia… la que nos hace sentir pequeños, pero inmensamente grandes al mismo tiempo, en un sistema solar que aún no conocemos, con unas leyes que aún no hemos descubierto, con fuentes de vida que aún no imaginamos. Este libro es un manual de grandeza para alguien que no tiene conocimiento alguno de lo que está pasando, para alguien que, en términos de conocimiento, es infinitamente enano.

Hace muchos libros no me emociono a este nivel. Muchos. Tal vez unos quince o veinte. No sé si la emoción y el sentimiento se deben a que este es el primer libro de ciencia ficción tan fascinante que leo, o si se debe a que el tema me conmociona: vida donde se supone que no la hay. Lo pensable en lo impensable. Lo comprobable en lo que, hasta el día de hoy, vemos solo como una posibilidad. Un sueño robado.

Proyecto Hail Mary. Amor a 476 páginas. La manera en la que combina ciencia ficción con física y con hechos científicamente comprobables; la forma de desenvolverse en un plano completamente desconocido para el ser humano; plantear vida en un sistema solar completamente inexistente pero tan saciado de conocimiento.

Andy Weir: definitivamente eres un genio.

Fact sheet: